
La carne de conejo es una de las más magras que hay.
Sin duda es la reina por excelencia de las carnes sin grasas, ricas en proteínas de alto valor, bajo en calorías y sumamente nutritiva.
Este plato podemos acompañarlo con verduras u hortalizas, y por qué no, también con alguna ensalada.
| Raciones 2 ó 4 cavernícolas | Tiempo 60min |
Preparación
En una cazuela, mejor si es de barro, ponemos un poco de aceite de coco y los ajos para que rehoguen hasta que se hayan dorado. Los apartamos.
Añadimos el conejo troceado a la cazuela.
Cuando haya rehogado unos minutos, apartamos su hígado.
Ahora seguimos rehogando y añadimos los tomates bien picaditos, el pimentón, la pimienta y las hojas de laurel.
Después de unos minutos más, añadimos las cebollas picadas en juliana muy finita.
Damos unas vueltas y cuando la cebolla haya reducido, bajamos el fuego y añadimos un poco de caldo (si tenéis) o un poco de agua con un poco de zumo de limón natural.
Mientras sigue cociendo el conejo a fuego lento, lo vamos moviendo de vez en cuando.
Pondremos en un mortero el hígado que reservamos antes junto con las almendras y los ajos apartados. Lo picamos todo bien hasta que quede como a una pasta.
El conejo deberá cocer a fuego lento durante 1 hora aproximadamente. En los últimos minutos, añadiremos lo del mortero, un pizquito de tomillo y sal marina al gusto (esto es opcional). Sino, también un chorrito de limón queda perfecto.
NOTA: Esta receta original lleva vino pero es mejor no incluirlo ya que nos quedaríamos sus los azúcares y esto no es muy conveniente.
¡Buen provecho tribu!